El tratamiento con carboxiterapia basa su éxito en un principio metabólico muy sencillo y lógico: la infiltración de CO2 (dióxido de carbono) en el tejido subcutáneo y/o graso provoca en el cuerpo una reacción de “compensación“ que aumenta el nivel de oxigenación del tejido que tratamos.
Su aplicación como tratamiento médico-estético está ampliamente probada por la utilización previa en diferentes patologías clásicas como la mala circulación y heridas crónicas desde hace décadas.
El gas utilizado es de alta pureza, de uso médico, incoloro e indoloro y no provoca embolismos ni siquiera si, por casualidad, se inyecta en pequeños capilares.
El efecto conseguido es la mejora del flujo sanguíneo y de la microcirculación por vasodilatación. Esto se traduce en un mayor aporte de oxígeno a los tejidos, una mejora de la circulación linfática y una combustión local de la grasa. Indiscutiblemente, estimula la formación de colágeno y elastina, la formación de fibroblastos y quema depósitos locales de grasa.
El tratamiento es sencillo de aplicar siempre que se haga de manos de un profesional; no requiere anestesia y no es doloroso pero se debe advertir de las posibles molestias locales (siempre temporales y de corta duración, por otra parte): enrojecimiento, sensación de picor o escozor, sensación de presión o distensión (en zona abdominal, por ejemplo) o pequeños hematomas.
Aunque son pocas, también hay que evaluar las contraindicaciones que se presentan a este tratamiento: embarazo, insuficiencia respiratoria, cardíaca, renal o hepática, epilepsia, hipertensión descompensada, flebitis, arritmias, anemias severas o tratamientos con acetazolamida y diclofenamida (medicación utilizada en el tratamiento del glaucoma).
¿Qué mejoras clínicas podemos conseguir con la carboxiterapia?
Con varias sesiones de carboxiterapia podemos mejorar la celulitis, la flacidez, las estrías, los depósitos grasos locales, la alopecia, los signos del envejecimiento, las marcas de acné y el tono de las ojeras, entre otros. Podemos también actuar sobre la papada y la piel de los párpados.
Aunque los efectos no son inmediatos, en pocas sesiones se aprecia una mejora visible del color y tersura de la piel. Se suavizan los hoyuelos típicos de la celulitis, la profundidad y color de las estrías y cicatrices, mejora la tensión de la piel en cuerpo y cara y disminuye el volumen de los depósitos grasos localizados en abdomen, cartucheras y brazos, además de mejorar el aspecto de la ojeras rejuveneciendo el color y la tensión de los párpados.
Las sesiones duran entre 15 y 40 minutos en las que el gas se aplica mediante micro-inyecciones con un flujo y velocidad de inyección controlada, vigilando en todo momento la dosis total aplicada y adaptándola al efecto que queremos conseguir. Desde el Instituto Dra. Ana Torres recomendamos una o dos sesiones semanales teniendo en cuenta que el gas se elimina por vía respiratoria en, aproximadamente, 24 horas.
Los diferentes protocolos están probados para optimizar resultados en el menor tiempo posible pero, obviamente, cada paciente es diferente y se deberá evaluar en una consulta previa y de forma personalizada. Además, la carboxiterapia se puede combinar con otras técnicas como la mesoterapia potenciando, gracias a la mejor difusión, los efectos de las diferentes sustancias que se inyectan en el tejido subcutáneo.
Desde el Instituto Dra. Ana Torres, nuestro centro de cirugía plástica, reparadora y estética en Barcelona, estamos especializadas en los tratamientos médico-estéticos con carboxiterapia y contamos con aparatología puntera aplicarlos (Skymedic) , por lo que podemos responder a todas tus dudas sobre ellos y recomendarte el más adecuado para ti dependiendo de tus necesidades.
Si quieres más información sobre los tratamientos con carboxiterapia y si estos pueden aportar mejoras beneficiosas en tu caso, reserva tu cita en nuestra consulta: te asesoraremos y buscaremos la solución que se adapte a tus necesidades 🙂
Esperamos que este artículo te haya resultado útil ¡Gracias por leernos y hasta el próximo post!
